diumenge, 17 de maig del 2015

¿Y el mejor alcalde?


XAVIER BRU DE SALA
Escritor
¿Y el mejor alcalde?
 
SÁBADO, 9 DE MAYO DEL 2015

¡Qué envidia de los municipios pequeños! Allí sí que tienen clara la valía de cada candidato. Allí sí que no se dejan entrampar y sacudir por las descargas electrizantes de la política. Allí sí que las municipales son municipales. El resto, los que vivimos en aglomeraciones de cierta medida, nos tenemos que fastidiar. Cuanto mayor es la ciudad, más se nos enganchan las musiquillas de fondos, más olvidamos la valía de las personas, más nos tendremos que fastidiar.

A diferencia de los europeos, por no hablar de los americanos, los catalanes, siempre tan ingenuos y de tanta buena fe, imaginamos que los candidatos saben gobernar, que el hecho de presentarse comporta dotes tal vez portentosas de gobierno. Si alguien ha ganado un premio literario, pensamos al acto que sabe escribir, y ojo que se otorgan muchos a semianalfabetos que no saben distinguir un adjetivo de un adverbio. De modo parecido, concedemos a diestro y siniestro no el beneficio de la duda, sino naturaleza automática de superdotados, a los candidatos. ¿Y si nos paráramos a discriminar a los mejores de los mediocres, a los aptos de los inútiles? ¡'Vade retro'!

En consecuencia, lo primero a destacar de estas elecciones, por desgracia del país y de muchos municipios -menos los pequeños, que allá todo el mundo sabe de qué pie calza cada cual-, es el incremento de la pandilla de inútiles que aspiran a ser concejales, e incluso alcaldes. En política se sube por la escalera y se sale por la ventana, pero aquí va al revés. ¡Anxanetes al balcón!

No consentiríamos que los espontáneos se mezclaran con los jugadores de nuestro equipo de fútbol, pero votaremos a los candidatos a dirigir nuestros asuntos públicos sin tener la menor idea de sus cualidades.

En los países avanzados, la política es para los políticos como el fútbol para los futbolistas. En España, menos. En Catalunya, para nada. Venimos de una gloriosa tradición de democracia igualitarista radical, según la cual ningún catalán tolera que otro catalán haga nada mejor que él. Por eso ahora jugamos a la lotería con el voto. Y si alguien supone que esto va solo por las nuevas izquierdas, anda muy errado, porque en la nómina de inútiles los hay de todos los colores, quizá abundan más los de derechas, y ni algunos partidos con tradición se libran.

Ya sabíamos que la competencia de los candidatos se oculta detrás de lo que representa su partido. ¡Pero es que ahora se oculta la incompetencia! Los catalanes nos hemos apuntado al pim pam pum contra todo lo que existía y degustamos la soberanía como si fuera un 'elisir d'amore'. La consecuencia es el incremento exponencial del riesgo de degradación de los ayuntamientos.

Escrutemos a los candidatos. Evaluemos sus capacidades, además de aplaudir o silbar las ideas que exhiben, que vete a saber si se las creen. Nadie nos impide votar como neoyorquinos, que se dejan de cuentos y escogen, no al más simpático o al más afín, sino al mejor alcalde.

 
Publicado en El Periodico de Catalunya  08/05/2015